La Historia general del reino de Chile. Flandes Indiano escrita por Diego de Rosales en 1674, fue publicada por primera vez por Benjamín Vicuña Mackenna en tres tomos entre 1877 y 1878. Así, debieron pasar más de dos siglos, además de innumerables vicisitudes e inconvenientes, antes que el manuscrito del padre Rosales entrara a la imprenta y al conocimiento público.

El autor, Diego de Rosales, fue un ilustre historiador y misionero jesuita. Sabemos que nació en Madrid, pero nada conocemos acerca de sus padres o de su fecha de nacimiento. Es posible que perteneciera a una familia acomodada porque su educación, sus principios y su presencia social revelan una temprana y extensa cultura. El joven Rosales llegó a Lima sin ser todavía sacerdote, pero ya incorporado a la Compañía de Jesús. Una vez ordenado, probablemente en 1629, Rosales fue enviado a Chile para que ejerciera su ministerio en la misión de Arauco, cabeza y plaza fuerte de la temida frontera con los araucanos. Después de muchos años de labor, Rosales fue llamado a desempeñar las funciones más encumbradas de su orden en el reino de Chile, es decir, las de prelado superior de la viceprovincia. Por ello debió trasladarse a Santiago, ciudad donde sólo había estado de paso y no conocía mayormente. Desempeñó exitosamente estas funciones por años, aunque se ignora donde transcurrió su vejez y como murió.

Antigua, auténtica, revestida del prestigio de los siglos, patrimonio nacional, esta obra fue escrita no sólo por un testigo involucrado sino también por un actor destacado que además poseía dotes literarias. Es el trabajo más completo sobre su época y, si bien no pasa más allá de los primeros 117 años del descubrimiento, deja muy atrás a los cronistas puramente militares que se han ocupado de este período, como Alonso de Góngora Marmolejo, que termina su relación en 1575, o Pedro Mariño de Lobera, que llega apenas algo más lejos. La Histórica relación del Reyno de Chile de Alonso de Ovallle, "no fue sino un compendio de la inédita de Rosales ... por haber escrito el padre Alonso de Ovalle en España y no tener noticias suficientes", según lo afirma el propio Rosales, como también lo atestigua Vicuña Mackenna.

La pregunta que queda sin respuesta es por qué un libro tan autorizado y valioso, escrito por un provincial de los jesuitas en ejercicio, que se hallaba desde tantos años en estado de ir a las prensas, y cuando, según la expresión de uno de sus apologistas, "todo este reino de Chile ha tenido impacientes deseos de ver salir de cuerpo entero su lucida historia general", entonces, ¿Por qué no se publicó hasta 1877, más de doscientos años más tarde? Ni historiadores de la envergadura de Benjamín Vicuña Mackenna o Mario Góngora han logrado dar respuesta a esta pregunta.