La inmensidad del desierto con su manto de silencio y soledad, los valles fértiles en medio de un escenario marcado por la sequedad y los cielos trasparentes de la zona norte de Chile siempre han sido una fuente de inspiración para poetas y narradores, que ven en los paisajes nortinos y en la vida de sus hombres y mujeres una metáfora de este país extremo y duro muchas veces, pero pletórico de hermosura y perseverancia. Así, diversos creadores, como Pablo Neruda, Volodia Teitelboim -con su conocida novela Hijo del salitre- y Raúl Zurita, han recorrido estos territorios en sus obras, recreándolo a través de la magia de las palabras.

El norte chileno, con su historia de luchas obreras, fue también el marco en el que surgió nuestra primera poesía política, asociada precisamente al desarrollo del proletariado que se formó al alero de la industria salitrera y de corrientes como el anarquismo y el comunismo, cuyo fundador, Luis Emilio Recabarren, proviene precisamente de esta zona.

Pero el norte es también una tierra pródiga en hombres y mujeres de letras, que ya desde el siglo XIX viene enriqueciendo el panorama literario nacional con nombres como José Joaquín Vallejo, Julio Vicuña Cifuentes, Manuel Magallanes Moure, Manuel Concha, Carlos Mondaca, Salvador Reyes, Rosario Orrego y Víctor Domingo Silva, por citar sólo algunos.

En el plano de la narrativa, el ensayo y el periodismo, sobresalen las figuras de Lenka Franulic, Martín Cerda, Sady Zañartu, Hernán Rivera Letelier y Mario Bahamonde, que no sólo volcó la temática de su obra sobre estos paisajes, sino que además desarrolló una importantísima labor de promoción de la literatura nortina.

Pero es posiblemente en la poesía, que el norte de nuestro país ha hecho sus más altos aportes a la literatura nacional. La lista comienza en la imponente presencia de Gabriela Mistral en el Valle del Elqui, y sigue en una larga caravana de nombres de primera línea de nuestra poesía, entre los que destacan Andrés Sabella, María Monvel, Romeo Murga, Óscar Hahn, Mahfúd Massís, Stella Díaz Varín, Braulio Arenas, Tomás Harris, Soledad Fariña y Teresa Calderón.

Este rico panorama se ha visto beneficiado por la permanente y muchas veces silenciosa labor de rescate y difusión literaria llevada a cabo por escritores e investigadores como los ya nombrados Mario Bahamonde y Andrés Sabella, posiblemente dos de los más tenaces promotores de la literatura nortina. En este sentido, el aporte realizado por Bahamonde a través de sus antologías de poesía y cuento nortino ha sido decisivo, esfuerzo que ha sido retomado en los últimos años a través de las antologías realizadas por Arturo Volantines y Juvenal Ayala, centradas en la producción poética de las décadas de 1980 y 1990, y donde resalta el rescate de la labor literaria realizada durante la dictadura en lugares como el Café Tito's de La Serena, mostrando una línea de continuidad en la producción creativa del norte de Chile desde sus orígenes hasta nuestros días. Al decir del poeta Arturo Volantines "La poesía en el norte tiene su destino comprometido con la gente que ha nacido en este páramo, que históricamente ha resistido desde las invasiones incas, españolas y de otros imperialismos".