Pedro de Oña: Arauco Domado
Pedro de Oña, primer poeta nacido en suelo chileno, en Confines de Angol, publicó en 1596 un retórico poema con pretensiones épicas, Arauco Domado. El texto es, en primer lugar, un poema por encargo, como en el caso de su modelo, La Eneida, encargada por Augusto Octaviano a Publio Virgilio Marón. Hay certeza de que el gobernador García Hurtado de Mendoza, no estando satisfecho con la caracterización que de él hizo Ercilla en La Araucana, encargó a Oña la composición de Arauco Domado. Retórico también, debido a la descripción que en él se hace del pueblo mapuche, en la que el título Arauco Domado, se transforma en una construcción forzada que se articula como objetivo para la grandiosa victoria sobre un pueblo, que en el curso del poema es caracterizado como temible y salvaje en contraposición con las huestes españolas sufrientes y abnegadas con tal de lograr su dominación.
El exordio y los diecinueve cantos compuestos en octavas endecasílabas (versos de once sílabas métricas en los que riman los versos primero, cuarto y quinto; tercero y sexto; y séptimo y octavo) que dan forma a Arauco Domado se articulan sobre la base de, las ya mencionadas, caracterizaciones indígenas idealizadas, los discursos araucanos estructurados de acuerdo a la retórica latina, las descripciones de paisajes marcadamente renacentistas y las alusiones a la mitología clásica.
Desde este particular punto de vista, Pedro de Oña narrará entonces, una serie de episodios dignos de destacar. Por ejemplo, en el canto primero, el autor nos hace saber como don Andrés de Mendoza Virrey del Perú y Marqués de Cañete, nombra a su hijo don García Hurtado de Mendoza en el cargo de Gobernador, para que vaya en auxilio del Reino de Chile, debido a las noticias que recibe de la crítica situación de los españoles en aquel territorio hostil. Asimismo, en el canto duodécimo será expuesto con inusitado detalle la medida ejemplarizadora tomada con Galvarino, quien a pesar de clamar por su muerte, es enviado de vuelta a su tierra luego de habérsele cortado las manos. O el canto decimoséptimo, en el que Pilcotour es enviado por Caupolicán en busca de Tucapel y Talgueno, para contarles lo sucedido en la batalla de Bío-Bío.
También cabe destacar el canto quinto debido a que sería posible detectar en él uno de los primeros indicios de la poesía erótica nacional. En él, se narra el baño de Caupolicán y Fresia en una fuente de la floresta. De relevancia, en cuanto a su alusión a Garcilaso de la Vega, resulta el canto decimotercero. En el que se expone la llegada de Gualeva, Rengo y Talgueno a la cabaña de unos pastores, donde pasan la noche mientras conversan sobre detalles de la vida pastoril.
Volviendo a la caracterización del pueblo mapuche como temible y salvaje, se hace importante la descripción de los ritos y costumbres de los indígenas. Así por ejemplo, en el canto segundo Pedro de Oña, se detendrá largamente en un rito celebrado, debido a la preocupación de los mapuches por su situación tras la muerte de Lautaro. Este rito descrito como "borrachera general", culminará con la invocación al demonio, tras la cual los agoreros vaticinarán la llegada de un nuevo gobernador, con el que Arauco será domado.