Subir

PALABRARmas (1984)

Este libro nace de la idea de que las palabras individuales se abren para revelar profundas asociaciones interiores, permitiendo que metáforas antiguas y nuevas aparezcan. La primera intuición de estas asociaciones surgió en 1966 y Vicuña las bautizó "divinaciones". Reaparecieron ocho años más tarde y entonces la autora las llamó "PALABRARmas", un concepto que encierra los vocablos palabra, labrar, armas y más. Vicuña explica que trabajar con palabras es como trabajar la tierra, un 'trabajar' más un 'pensar'. El trabajo arma al hablante con la visión de las palabras y las palabras se constituyen en armas, quizá las únicas aceptables, según la autora. El primer poema del opúsculo narra el encuentro de la hablante con este descubrimiento: "Primero vi una palabra en el aire / sólida y suspendida / mostrándome / su cuerpo de semilla" (PALABRARmas. Buenos Aires: El imaginero, 1984, p. 9). Luego, en la sección "adivinanzas", explica la naturaleza de su visión: "veía en el aire palabras / que contenían una pregunta y una respuesta / a la vez" (p. 17). En la sección que da título al libro, se encuentran palabras intervenidas tipográficamente, de modo que revelen su peculiar contenido semántico: "verdad / dadver" (p. 36).

En la cuarta y última sección del libro se dan a conocer algunas referencias simbólicas, que van desde mitos de creación guaraníes, el Popol Vuh maya, el Mandukya Upanishad, el Rig Veda, obras de Heráclito, San Juan y Hölderlin, entre otros. Estas referencias, tanto occidentales como orientales y de las culturas ancestrales latinoamericanas, ponen de manifiesto la común percepción del poder de la palabra que existe en las distintas culturas, a pesar de las diferencias específicas entre ellas. Según el crítico argentino Saúl Yurkievich las PALABRARmas operan por revelación: "Desvelan lo que usualmente está velado. Sacan a luz lo multívoco que encierran las palabras. En el seno de toda palabra hay otras palabras agazapadas, en potencia. Toda palabra resulta así plural, plurívoca. La lengua se vuelve un mar germinativo donde todo pulula y prolifera. Vuelves a la relación ancestral con la palabra, cargada de virtualidades, de poderes, a la palabra oracular, intercesora entre mente y mundo, puente de intercambios recíprocos" (Contratapa de PALABRARmas. Buenos Aires: El imaginero, 1984. 89 p.)