Mineral de Caracoles
Los cateadores fueron aquellos aventureros que se internaron en el desierto de Atacama durante la segunda mitad del siglo XIX en busca de vetas ricas para explotar. Verdaderos pioneros de la actividad minera en el desierto, exploraron gran parte de él y se internaron en tierras bolivianas buscando nuevos yacimientos. Uno de ellos, José Díaz Gana, descubrió en 1870 el riquísimo yacimiento de plata de Caracoles, ubicado en el interior del departamento boliviano del litoral. Caracoles se llenó rápidamente de mineros y capitalistas chilenos interesados en invertir en la producción de plata, lo que condujo a fuertes diputas entre Chile y Bolivia. Según el tratado de 1866, el límite entre ambos países había sido fijado en el paralelo 24°, pero todos los impuestos recaudados por las aduanas fiscales chilenas y bolivianas situadas entre los paralelos 23° y 25° se repartían de manera equitativa entre ambos países. Al estar Caracoles situado en la zona de medianería de impuestos, ambos gobiernos llegaron a una nueva solución en 1874, fijando el límite binacional en el paralelo 24°, renunciando Chile a la medianería de impuestos, pero estableciendo una cláusula que impedía a ambos gobiernos elevar la carga tributaria sobre la exportación de minerales producidos en la zona en disputa. Ello aseguraba a los capitales chilenos invertidos en el mineral de Caracoles, pero no impidió la caída de la producción de éste desde mediados de la década de 1870, debido a la precaria tecnología utilizada, la lejanía de los puertos de exportación, el agotamiento de los minerales de alta ley y la especulación financiera.