Sor Tadea García de San Joaquín
Sor Tadea García de la Huerta, hija de Pedro García de la Huerta y de María Ignacia de la Huerta, familia de considerable fortuna, tuvo fama de ser una de las más hermosas mujeres de su tiempo: aristocrática, educada y con gran talento literario. Ingresó al Convento de las Carmelitas, adoptando el nombre de Sor Tadea de San Joaquín.
Por orden de su confesor, escribió la Relación de la inundación que hizo el río Mapocho de la ciudad de Santiago de Chile, en el Monasterio de Carmelitas, Titular de San Rafael, el 16 de julio de 1783, acontecimiento del cual fue testigo. Se dice, no sin razón, que Sor Tadea sería la primera exponente de la literatura femenina en Chile.
En ella describió la inundación de junio, no de julio como erróneamente aparece en el título de la primera edición de 1783, cuando después de 9 días de lluvia ininterrumpida, la inundación llegó a su punto máximo el sábado 16 de junio. El agua derribó el Puente de Cal y Canto, los tajamares del río Mapocho, corrió por la ciudad, por la Cañada, la Cañadilla y haciendas de campo, derribando edificios y arrastrando casas, ranchos, cadáveres de niños, hombres y ganado; e inundando también el Monasterio del Carmen de San Rafael o del Carmen Bajo.
La Relación de Sor Tadea apareció en Lima a fines de 1783 o a comienzos de 1784. Permaneció anónima hasta 1850, año en que José Ignacio Víctor Eyzaguirre en su Historia eclesiástica, política y literaria de Chile revelara el nombre de la poeta. La obra es un romance autobiográfico de 516 versos octosílabos.
Juan Uribe Echevarría hizo el más completo análisis histórico, literario y bibliográfico del poema en la revista Mapocho. Lo situó en la poesía barroca de catástrofes inaugurada en Chile por Pedro de Oña con El temblor de Lima en 1606. Además, consideró que la mejor versión del poema es la de Julio Vicuña Cifuentes. Señaló como características barrocas: la lucha entre los contrarios (luz y sombra, cielo y tierra, belleza y fealdad, ascetismo y sensualidad, idealismo y naturalismo, lo culto y lo popular), alusiones mitológicas y bíblicas, el tenebrismo generalizado.
Juan Uribe Echeverría concluyó: "Expresión tardía del barroco literario, el Romance de Sor Tadea de San Joaquín luce como una flor única en el páramo poético de nuestro siglo XVIII"