CEMA-Chile
Desde 1974 los Centros de Madres estuvieron coordinados por la Fundación Graciela Letelier de Ibáñez CEMA-Chile, de derecho privado, sin fines de lucro, presidida por Lucía Hiriart de Pinochet, esposa del general Augusto Pinochet Ugarte. Como institución privada, de corte paternalista y asistencial, significó un retroceso en el proceso de constitución de relaciones independientes y horizontales que establecieron los anteriores Centros de Madres. Tuvo entre sus propósitos la coordinación de actividades entre mujeres de escasos recursos, a través de las acciones tuteladas por "voluntarias" (la mayoría, esposas de militares o partidarios de la dictadura) y orientadas a proporcionar a las "socias" (mujeres de base) capacitación técnica-manual, moral e intelectual tendientes a la superación física y espiritual de las mujeres. En 1981 esta fundación cambió de nombre y desde entonces se le conoce como Fundación CEMA-Chile.
Durante este periodo, los Centros de Madres seguían dividiéndose en urbanos y rurales. En los primeros se aseguraba a las mujeres más pobres la posibilidad de acceder a beneficios que por otro medio no tendrían, como asistencia jurídica, capacitación, asistencia social, preservación de la salud, charlas educativas. Los rurales se orientaban a la protección de los niños a través de los "Hogares de la Madre Campesina" que apoyaban a la madre primeriza en los cuidados del infante; "Hogares de la niña adolescente"; centros abiertos para pequeños párvulos, destinados al cuidado de los menores mientras la madre trabajaba; y los centros CEMITAS, agrupaciones de niñas estudiantes similares a los Centros de Madres a quienes que se les brindaba apoyo escolar y recreación.
Desde el CEMA-Chile hubo una especial preocupación por el desarrollo de la artesanía -como expresión de lo patrio-, productos hechos por mujeres de escasos recursos y que luego eran comercializadas en distintos locales distribuidos a lo largo del país y el extranjero a través de la Oficina de Comercialización de CEMA-Chile. Otra actividad recurrente fue la confección de ropa de cama o de vestir para la venta sin licitación a otras instituciones del Estado, ingresos que quedaron en las arcas particulares de CEMA-Chile sin mayor retribución a las socias.
Muchas mujeres que no quisieron participar en las actividades organizadas por CEMA-Chile se juntaron en otras organizaciones como los talleres de artesanías que estimulaba la Vicaría de la Solidaridad en donde las mujeres confeccionaban y vendían arpilleras y diversas artesanías; el Comité de Ayuda a los Refugiados; el Comité de Cooperación para la Paz de Chile; o la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, entre otras.
A fines de 1983 CEMA-Chile agrupaba a más de 230.000 socias atendidas por unas 6.000 voluntarias. Con el fin de desvincular a estas socias de cualquier tipo de compromiso político, hubo una permanente vigilancia sobre los Centros de Madres que funcionaba como una "fortaleza contra las amenazas vitales de un enemigo omnipresente y sin escrúpulos (el marxismo, el comunismo y, en general, la política)" (Lechner, Norbert; Susana Levy. El disciplinamiento de la mujer. Santiago: FLACSO, 1984, p. 26). De regreso a la democracia, Lucía Hiriart siguió presidiendo la Fundación CEMA-Chile en su calidad de esposa del Comandante en Jefe del Ejército.