Grupo Rectángulo
Fundado en 1955 por Gustavo Poblete y Ramón Vergara Grez fue integrado además por Matilde Pérez, Elsa Bolivar, Ximena Cristi, Maruja Pinedo y Uwe Grumann. Con un fundamento geométrico y abstracto, el Grupo Rectángulo buscaba eliminar el nexo referencial entre obra y realidad. "El arte es un arte de ideas", gustaba decir en una búsqueda que se alejó "del natural" para centrarse en líneas, planos y colores que instaurara un "nuevo lenguaje visual".
En 1956, en el catálogo de la primera exposición de Rectángulo se anunciaba la base teórica del grupo: "Los integrantes de la muestra ponen el acento en un concepto de orden y geometría; trabajan con el dibujo esquemático y planista que facilite la medición de las partes y la relación de las partes con el todo; reemplazan el toque o la pincelada tradicional por el plano de color".
Ese mismo año y a causa de la exposición, el grupo organizó un inédito foro a fin de aclarar algunos conceptos que estaban en juego en este nuevo "arte abstracto". Por esos años, en que la reflexión en torno al arte era prácticamente nula, ni el propósito, ni las técnicas del grupo resultaban evidentes para el público.
La llegada a Chile del cubano Mario Carreño respaldó los postulados del grupo chileno, y contribuyó a centrar su trabajo en lo abstracto como "una pintura racionalista, pensada, donde todos los elementos están jerarquizados; no existen factores accidentales y, si los hay, ellos están en razón de que son residuos que van quedando en la obra, pero que irán desapareciendo a medida que avance en este proceso de depuración".
Seis años más tarde, Luis Oyarzún, entonces decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, escribió en el catálogo de la exposición internacional de "Forma y Espacio", cuyo nombre tomaría luego el Grupo Rectángulo: "Estos artistas quieren revalorar el gesto inicial de la pintura como voluntad de intelección, es decir, de creación en el sentido de ordenación del caos".
La búsqueda expresiva del Grupo Rectángulo, que en Europa se había iniciado 30 años antes, nunca se desprendió del soporte pictórico. De ahí que, todas las investigaciones del grupo se hicieran al interior del cuadro. Esa rigidez para no querer alejarse de la tela y el óleo, terminó limitando la experimentación y disminuyendo las posibilidades del grupo.
Sin embargo, y pese a las limitaciones teóricas y un sistema de producción muy distante del usado en otras partes del mundo, el surgimiento del Grupo Rectángulo contribuyó a producir una importante renovación del lenguaje pictórico chileno.
La salida del grupo de Matilde Pérez, abrió para ella un camino nuevo, más cercano a la investigación visual internacional en torno al arte cinético.