Junto con el inicio de la enseñanza obligatoria de la educación física en las escuelas del país (1889), comenzó una disputa sobre el modelo internacional a seguir. Por una parte estaba el alemán Francisco Jenschke, representante de la corriente de ese país, y contratado por el Estado chileno en 1885. Influenciado por sus compatriotas Luis Jahn y Johann Christoph Friedrich GutsMuths, también conocido como Guts Muths, Jenschke postuló una educación física rígida, que a partir de la severidad y la fuerza lograra formar la razón, frenar los impulsos sexuales, entregar valores morales y patrióticos y, en definitiva, formar ciudadanos funcionales para el sistema de desarrollo económico y social. Esta gimnasia daba gran importancia a los aparatos portátiles. (Jenschke, Francisco J. Metodología especial de Gimnasia. Santiago: Impr. Roma. 1896). Por otra parte, estaba Joaquín Cabezas, quien fue enviado por el Estado en 1885 a Europa, donde se educó en varios países, y especialmente en el Instituto Central de Gimnasia de Estocolmo, Suecia. Allí aprendió la gimnasia sueca, educativa o de Ling, llamada así en honor a su creador, Per Henrik Ling (1776-1839), quien dividió la gimnasia en cuatro ramas: pedagógica, militar, médica y estética. El modelo sueco se basaba en una asociación entre educación física y educación intelectual, donde la primera estaría subordinada a la investigación científica. De esta forma, se buscaba simplificar los ejercicios, de hecho, para la gimnasia sueca no era prioritaria la utilización de accesorios portátiles. En Chile, entre los defensores de esta forma pedagógica, estuvo, además del ya nombrado Cabezas, la Revista de Educación Física (1910), dirigida por el profesor de educación física Guillermo T. Martínez. En tanto, entre los adherentes del modelo alemán, se cuenta a Leotardo Matus, profesor del Internado Nacional Barros Arana y de las principales escuelas normales y liceos de Santiago durante las primeras tres décadas del siglo XX, y prolífico autor de artículos de prensa referidos al tema.

La designación de Joaquín Cabezas como el director del Instituto de Educación Física y Manual, en 1906, significó la predominancia del modelo sueco sobre el alemán.