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Editoriales de La Estrella de Chile

Los editoriales de La Estrella de Chile aparecieron en la primera página del medio, en ocasiones firmados por algún colaborador frecuente, como Máximo Ramón Lira (1846-1916), Enrique del Solar (1844-1893) o Enrique Nercasseau y Morán (1854-1925), y, en otras, por la redacción de la publicación.

Orientado hacia la juventud católica, La Estrella de Chile declaró en su prospecto el deseo de contribuir "al cultivo de la inteligencia y al incremento de la ilustración en el país"; además de "fomentar la veneración por la verdad y el gusto por lo bello; atacar de alguna manera a los vicios y prestar cualquier apoyo a las virtudes; en una palabra, ensalzar y enaltecer, tanto como ellos merecen, los intereses morales de la humanidad, a las veces tan deprimidos, pospuestos y sojuzgados por el tumulto y ruido de los intereses materiales" ("Prospecto". La Estrella de Chile. Número 1, 6 de octubre de 1867, p. 1).

A la par del cultivo de la literatura, la publicación expresó que "aunque los estudios literarios constituyan nuestro objeto primordial, no excusaremos ocuparnos, siquiera incidentalmente, de las cuestiones sociales y políticas a que veamos vinculados gravemente los destinos del país. (…) La política nos interesa a todos por lo mismo que se rosa con todo". Para ocuparse de tales tareas, se señaló que lo harían siempre a la sombra "la bandera católica", pues "su ley es nuestra ley, su doctrina nuestra doctrina, su civilización nuestra civilización, su destino será nuestro destino: a su sombra nacimos y a su sombra moriremos, combatiendo por el bien y contra el mal" ("Prospecto". La Estrella de Chile. Año I, número 1, 6 de octubre de 1867, p. 1-2).

Por lo general, el editorial que inauguraba un nuevo año de circulación se tituló en referencia a la conmemoración del aniversario. En estos textos se reiteraron tres ideas: la preocupación por el cultivo de las letras, la defensa del catolicismo y la excepcionalidad del periódico -en contraste con los otros medios de la época-, debido al alto número de lectores -a quienes llamaban "la juventud católica"- y su fidelidad.

Respecto a la defensa de los principios católicos, uno de estos textos apareció en el primer número del segundo año, en el cual los redactores de la revista indicaron que, "apoyados sobre los principios católicos, es decir, sobre la única roca que permanece inmóvil entre el revuelto oleaje de las contradicciones, de la ignorancia y de las aberraciones del orgullo, saludamos hoy el programa que ayer proclamábamos, el mismo que continuaremos proclamando, cualesquiera que sean las vicisitudes de la fortuna o las exigencias de los tiempos" (La Redacción. "Lo que hemos hecho y lo que esperamos hacer". La Estrella de Chile. Año II, número 54, 11 de octubre de 1868, p. 1-2).

En los editoriales, esta defensa de los principios católicos se expresó en términos de un "combate" de las doctrinas que consideraron contrarias al catolicismo, como el protestantismo, en el ámbito religioso, y, en el político, el liberalismo que -según su visión- era característico de los "diarios al servicio de las ideas anticatólicas" (Lira, Máximo R. "La tolerancia de los llamados liberales". La Estrella de Chile. Año I, número 16, 19 de enero de 1868, p. 182).

Si bien La Estrella de Chile presentó esta postura de "combate" en el ámbito político, a partir del cuarto año de publicación hubo un "cambio de actitud" hacia una postura de mayor moderación, que "puede vincularse con la percepción de que una participación activa en la lucha política contingente amenazaba, en cierta forma, la defensa de los intereses de la Iglesia en el terreno público, en la medida en que se constituía como potencial factor de división interna" (Aguayo, Eduardo. "Estrategias editoriales de la prensa literaria católica en el siglo XIX chileno: La Estrella de Chile". Hispania Sacra. Volumen LXXII, número 146, julio-diciembre de 2020, p. 570).

En dicho cuarto número, La Estrella de Chile indicó que "en la política, será espectadora, observadora, no combatiente. Cuando surja una teoría, buena o mala, falsa o verdadera, cuando los acontecimientos surgieran lecciones provechosas, y, sobre todo, cuando como tan a menudo acontece, el movimiento político comprometa algún principio, algún interés religioso, solo entonces se ocupará de la política, poniéndose en todo caso del lado de la verdad, la justicia y de la religión" ("Cuarto año". La Estrella de Chile. Año IV, número 158, 9 de octubre de 1870, p. 1-2).

El editorial de octubre de 1878 inauguró el último año de aparición del medio. En este texto, la publicación se mostró satisfecha acerca de su rol de animadora de "las buenas letras en nuestra patria", respecto a lo cual indicaron como un hecho que el "gusto literario ha mejorado notablemente en Chile, y por esto se desdeñan hoy día escritos que, algunos años atrás, habrían agradado al público, y se tienen por mediocres autores a los que ocuparon entonces el primer lugar". En particular indicaron que ese cambio se evidenció en que los lectores habían abandonado "la literatura de circunstancias", por el estudio de "los grandes maestros del lenguaje y del pensamiento, y de esto ha nacido un ideal literario defendido por no pocos con entusiasmo y convicción" (Garmendia, Rafael. "Año XII". La Estrella de Chile. Año XII, número 574, 6 de octubre de 1878, p. 7-8).

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