Guillermo Atías fue un narrador e intelectual chileno vinculado a la llamada generación del 38. Su obra narrativa y crítica se enmarca en el proceso de popularización y politización que experimentó la cultura chilena a fines de la década del treinta y representa uno de los más destacados intentos por captar los conflictos ideológicos del tiempo a través de formas literarias altamente estéticas, tomando como punto de partida la vida privada de sus personajes.

Atías participó del mismo circuito que integraron escritores como Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Óscar Castro, Juan Godoy, Francisco Coloane, Carlos Droguett y Miguel Serrano, entre otros. La obra de estos escritores manifiesta las tensiones políticas que atravesaron a la sociedad chilena en el período comprendido entre la administración de Arturo Alessandri Palma y la elección del Frente Popular bajo el gobierno de Pedro Aguirre Cerda. La matanza del Seguro Obrero, los conflictos políticos y morales de los partidos de izquierda y derecha y el ambiente social fuertemente marcado por el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial son factores que incidieron en estas literaturas, las cuales reflejan un momento de reevaluación de lo nacional en términos de su identidad popular, cultural y política.

Guillermo Atías nació el 6 de febrero de 1917 en la ciudad de Ovalle, viajó a Santiago en 1930 donde estudió en el Instituto Nacional para, luego de cursar la carrera de Leyes, titularse de abogado. En la capital tomó contacto con los círculos intelectuales y se integró al grupo de escritores que habitualmente se daba cita en el café Miss Universo.

Atías se inició en la actividad literaria publicando cuentos en diversas revistas como Multitud, Extremo Sur y Pro Arte, los que firmaba con el seudónimo de Anuar Atías. En forma paralela, se incorporó a las filas del Partido Socialista, en el cual participó activamente, vinculando su quehacer político a la actividad intelectual. Esta militancia se vio reflejada en su colaboración en la Sociedad de Escritores de Chile (SECh) desde 1963 hasta el año 1973. Ese año, sin embargo, su vida experimentó un giro inesperado: mientras estaba en la Unión Soviética, invitado a participar de un ciclo de homenajes a Pushkin, tuvo lugar el Golpe de Estado y, debido a su filiación política, no le fue permitido regresar a Chile.

En la década de 1980 intentó retornar al país con motivo de un congreso de literatura organizado por él mismo desde Argelia, pero este fue cancelado a último momento por la dictadura militar. En definitiva, Guillermo Atías nunca pudo regresar a Chile y falleció en París -ciudad donde residió durante el exilio- el 8 de noviembre de 1979.

Su obra literaria abarca desde la narrativa hasta el ensayo, incluyendo algunas pequeñas piezas teatrales. Dos de sus novelas se han convertido en hitos de la narrativa chilena de los años cincuenta y sesenta: El tiempo banal (1955) y A la sombra de los días (1964, reeditada por Quimantú en 1972). A estas seguiría Y corría el billete (1972), calificada por el propio autor como "novela-tabloide". Su producción incluye además un libro de cuentos titulado Un día de luz (1959).

La posición crítica de Atías, con un fuerte sentido político, es el motor tanto de su obra narrativa y dramática, como de sus ensayos. Para él, la literatura fue un vehículo privilegiado para movilizar ideologías y despertar el pensamiento crítico de la sociedad. Dentro de sus ensayos destaca "La literatura como lujo", Después de Guevara y el ensayo Presencia de Ramón López Velarde, fruto de un homenaje que organizó Atías durante su presidencia de la SECh.

Atías fue también editor de un importante semanario de la década del sesenta: Plan, publicación en la que colaboraron autores como Luis Advis, Jorge Teillier, Braulio Arenas, Eduardo Anguita y Francisco Coloane, entre otros. Su vida en el exilio no le impidió seguir impugnando la realidad social y política chilena a través de diversas publicaciones en el extranjero.