A inicios de la década de 1840, Chile se encontraba en un "dilatado periodo de orden y estabilidad política", posibilitado por un régimen político conservador que expresó sus principios en la Constitución de 1833. A este clima se le sumaba una situación económica estable derivada de la expansión de la producción minera del territorio chileno (Cancino Troncoso, Hugo y Cancino Troncoso, Rita. "El movimiento generacional e intelectual de 1842 y la irrupción de un proyecto de Modernidad en Chile". Intelectuais na América Latina: pensamiento, contextos e instituições. dos processos de independência à globalização. Río de Janeiro: UERJ/LABIME, 2014, p. 254-255).

En este contexto, se desarrolló un proceso de "profunda renovación cultural" en diferentes ámbitos del país: "La literatura, la ortografía, la educación, las artes, la política, la organización social y hasta la concepción del pasado sufrieron los efectos avasalladores de un debate intelectual amplio, y del intento de responder a preguntas que hasta ese momento la urgente tarea de la organización del Estado había postergado". A los intelectuales que lideraron esta transformación se les ha llamado la "Generación de 1842" o también "Movimiento Literario de 1842" (Stuven, Ana María. "La generación de 1842 y la conciencia nacional chilena". Revista de Ciencia Política. Volumen 9. Número 1, 1987, p. 61).

Para investigadores como Norberto Pinilla y Ricardo Latcham (1903-1965), el surgimiento de este movimiento vinculado al romanticismo tuvo como antecedentes no solo un clima económico y político propicio, sino que fue relevante la influencia de varios intelectuales extranjeros que llegaron entre 1828 y la década de 1840 al país -como Juan García del Río (1794-1856), director de El Museo de ambas américas (1842), Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) y Vicente Fidel López (1815-1903)-, así como también la formación que recibieron de la mano de Andrés Bello (1781-1865) y José Joaquín de Mora: "Estos educadores traen consigo formas del pensamiento e idealización social europeas vigentes en la época, las que serán puestas en práctica en la sociedad chilena a través de centros de educación, talleres de discusión, salones de lectura y talleres literarios" (Figueroa, Ana Beatriz. El rol del intelectual en la configuración del Estado: Movimiento Literario de 1842 y los encuentros de escritores latinoamericanos de la Universidad de Concepción (1858-1862). Tesis para optar al grado de Doctora en Filosofía. Rutgers The State University of New Jersey - New Brunswic, 2014, p. 49-50).

Los miembros del movimiento creían en la idea del progreso y los alcances positivos de la ilustración para la sociedad. Ellos fomentaron el desarrollo de una literatura nacional con la convicción de su relevancia para la formación de la nación, en un momento de búsqueda de la emancipación cultural de los modelos hispánicos.

Un hito que se ha considerado como un punto inicial del movimiento fue la fundación de la Sociedad Literaria, círculo de intelectuales que funcionó tanto como academia de formación para los jóvenes participantes, así como un espacio para el debate cultural de trabajos de los integrantes y de otros pensadores. Si bien en las sesiones de la agrupación se discutieron iniciativas que quedaron solo a nivel de proyecto, sí llegó a término la idea de realizar un certamen literario, con el cual colaboró también El Semanario de Santiago (1842-1843).

Para Latcham, "el principal animador" de la Sociedad fue José Victorino Lastarria (1817-1888), quien fue el Director de la asociación y cuyo Discurso de incorporación a la asociación constituyó un documento que ha sido considerado clave para la comprensión del movimiento, por la necesidad de renovación y emancipación literaria que expresó y por presentar una exhortación directa a los miembros de la agrupación a liderar tal transformación (Latcham, Ricardo. "Las ideas del movimiento literario de 1842". Atenea. Número 481-482, 2000, p. 123).

Por intermedio de la prensa escrita, ya fuese como redactores principales de los medios o como colaboradores, participaron en polémicas y debates, como fue el caso de las llamadas "controversia filológica" y "la polémica del romanticismo", cuyas discusiones dieron cuenta de que la generación de 1842 era "más ideológica que artística" y su labor "más polémica que literaria. Con todo, es una agrupación de hombres que ve con claridad el país y proyecta con noble afán su mejoramiento en el orden cultural y colectivo" (Pinilla, Norberto. La generación chilena de 1842. Santiago de Chile: Editorial Manuel Barros Borgoño, 1943, p. 208). En este sentido, para Norberto Pinilla, los participantes directos del Movimiento Literario de 1842 fueron los integrantes de la Sociedad Literaria, los redactores de El Semanario de Santiago y de El Crepúsculo (1843-1844) (p. 196).

La influencia de los intelectuales que participaron del Movimiento de 1842 se puede rastrear durante los años cercanos a la década de 1840 y durante el resto del siglo XIX, por ejemplo, con la formación del Club de la Reforma en 1849 o con el proyecto de la Sociedad de la Igualdad (1850-1851) (Cancino Troncoso, p. 8-9).

Si bien en 1878, en sus Recuerdos Literarios, Lastarria realizó un recuento de la renovación cultural que se vivió en Chile a partir de la década de 1840, fue en 1942 con motivo del Centenario del Movimiento y, en particular, del Discurso de Lastarria, que se realizó una mirada retrospectiva del fenómeno cultural sucedido a mediados del XIX. Esta consistió, por un lado, en la publicación de un número especial de la revista Atenea y, por otro, en la publicación de la investigación de Norberto Pinilla, la que continuó posteriormente con otros dos estudios y recopilaciones sobre las controversias en las que participaron los miembros del Movimiento.

La actualización de este minisitio se publicó durante el mes de abril de 2021.