Discurso de incorporación a la Sociedad Literaria (1842) de José Victorino Lastarria
Hasta el momento en que se formó el Movimiento Literario de 1842, "no existe propiamente una literatura previa o vigente" en Chile, sino que aún el modelo literario estaba anclado a la influencia de la literatura española, "por lo que el rol fundacional" de los escritos que aparecieron en este periodo "es aún más manifiesto". Los textos que produjeron estos intelectuales -así como las iniciativas culturales, políticas y educativas que promocionaron- expresaron un impulso inaugural del desarrollo de las letras en Chile. En este marco, el Discurso de incorporación a la Sociedad Literaria de José Victorino Lastarria (1817-1888) es considerado por los investigadores del Movimiento como un hito para la comprensión de este grupo y las ideas que lo motivaron.
Lastarria fue elegido director de la Sociedad Literaria el 17 de marzo de 1842 por una comisión formada por Miguel Campino (1825-1890), Matías Ovalle (1822-1899), Andrés Chacón (-1870) y Francisco Bilbao (1823-1865). En la tarde del 3 de mayo de este año Lastarria se integró a la Sociedad y pronunció su discurso en una sala de la Imprenta del diario La Opinión (Pinilla, Norberto. La generación chilena de 1842. Santiago de Chile: Editorial Manuel Barros Borgoño, 1943, p. 114).
En su discurso, Lastarria manifestó que Chile se encontraba en un periodo de paz y que el país había "despertado del violento esfuerzo que hizo para sacudir el yugo y presentarse triunfante a la faz de las naciones". Este contexto era el que posibilitaba la reflexión respecto a la identidad nacional, asunto sobre el que invitaba a pensar a sus interlocutores: "Chile empieza a pensar en lo que es y en lo que será" (Lastarria, José Victorino. Discurso de incorporación de D. J. Victorino Lastarria, p. 5). En este sentido, el discurso ha sido considerado un "metatexto fundacional", debido a que es un escrito que abordó la necesidad de una literatura nacional a la vez que inauguró este proceso con su propia alocución (Rodríguez, Carolina. "Del Parnaso a la Cordillera. Metatextos fundacionales (1842)". Estudios filológicos. Número 42, 2007, p. 205-206).
El concepto de literatura vigente hacia mediados del siglo XIX era amplio, no solo estaba vinculado con aspectos estéticos o artísticos, sino que refería a la producción intelectual en términos generales. Así, en el discurso de Lastarria, se entendían como literarios "textos de distintas disciplinas como matemáticas, biología, historia y derecho. Así, para Lastarria, 'literatura' abarca cada uno de los aspectos de la cultura de una sociedad que pueden darse a conocer por medio de la palabra, la cual tiene el poder de comunicar ideas y saberes" (Rábago, Ana Silvia. "El concepto de literatura en Chile durante la década de 1840: José Victorino Lastarria y la Sociedad Literaria". Históricas: boletín del Instituto de Investigaciones Históricas. Número 100, 2014, p. 31-32). En este sentido, el autor sostuvo que la literatura es "la expresión de la sociedad, porque en efecto es el resorte que revela de una manera la más explícita las necesidades morales e intelectuales de los pueblos, es el cuadro en que están consignadas las ideas y pasiones, los gustos y opiniones, la religión, preocupaciones de toda una jeneración" (Lastarria, p. 7).
La propuesta del Discurso ha sido leída como la "búsqueda de una literatura emancipatoria", en el sentido de que Lastarria hizo el llamado a desembarazarse de la herencia colonial española: "En relación a esta búsqueda se pregunta: '¿Adónde hallaremos la expresión de nuestra sociedad, el espejo donde se refleja nuestra nacionalidad'. Tras esta pregunta, el discurso se transforma en una escena de lectura que evalúa las literaturas existentes como un defecto y un vacío que aún no se llena desde la Independencia. La exigencia que le hace a la literatura es la de crear la nación, diferenciándose en primer lugar de la literatura de los conquistadores, de quienes aprecia solamente su 'idioma' como 'uno de los pocos dones preciosos que nos hicieron sin pensarlo'" (Sánchez, Cecilia. "Recuerdos Literarios: escenas de lectura y episodios de la fundación de una voz inaugural". Anales de la Literatura Chilena. Número 19, 2013, p. 69).
Si bien el Discurso planteó la distancia de la influencia hispana, sí consideró el influjo de la literatura moderna francesa, pero solo a modo de inspiración por su carácter más centrado en las ideas, en el valor del pensamiento que al seguimiento de formas fijas: "Debo deciros, pues, que leáis los escritos de autores franceses de más nota en el día; pero no para que los copiéis y trasladéis sin tino a vuestras obras, sino para que aprendáis de ellos a pensar, para que os empapéis en ese colorido filosófico que caracteriza su literatura, para que podáis seguir la nueva senda y retratéis al vivo la naturaleza" (Lastarria, p. 14).
La posición de Lastarria respecto a la herencia española en su Discurso tuvo como consecuencia una recepción crítica de sus contemporáneos hacia su alocución y también hacia el quehacer de la Sociedad literaria en sus comienzos, pues provocaron un enfrentamiento entre dos concepciones de la literatura en América: la de Lastarria y la de Andrés Bello (1781-1865). "El venezolano se distinguió a lo largo de su vida por su profundo respeto al orden, lo cual se reflejaba también en su idea de la literatura. Entendía el orden como 'el respeto a una norma de equilibrio superior al individuo, que regulaba su conducta y evitaba los males de la improvisación y el caos (…) seguía fielmente apegado al criterio neoclásico (otra vez en nombre del orden) para juzgar la literatura'. Mientras que Lastarria buscaba el carácter filosófico de la literatura, que no se limitara a la correcta escritura de textos, y consideraba el estilo de Bello como 'vieja literatura', sometida a reglas clásicas y asociada al Antiguo Régimen" (Rábago, p. 37).