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“La hora de los libros” en la revista Familia (1910-1928)

Entre 1914 y 1916 Amanda Labarca participó activamente como columnista en la revista Familia (1910-1928), donde escribió mensualmente su sección titulada "La hora de los libros". En uno de sus primeros textos señaló que su principal intención era acrecentar el interés de las mujeres por la literatura y realizar una invitación a compartir lecturas de carácter autoformativo, dando cuenta de que "como toda mujer refinada, te desentiendes entonces del tráfago cotidiano y en un rincón favorito, acaso bajo la tamiza de la luz de una lámpara o en la penumbra dorada de la siesta, te inclinas a pensar o a soñar al ritmo subyugante de la frase" (Labarca, Amanda. "La hora de los libros". Familia. Santiago: Empresa Zig-Zag, año V, número 59, noviembre de 1914, p. 3).

Labarca hizo un llamado a la lectura y reflexión colectivas y al intercambio de ideas en torno al contenido de los libros que se presentaron en la sección. Además, en este espacio editorial dio cuenta de sus ideas feministas a través de la selección de obras con un contenido caracterizado por la apelación al desarrollo personal y la educación de las mujeres, lecturas que eran comentadas en las reuniones del Círculo de Lectura, al que se le dio gran difusión en la misma sección.

En ese sentido, se ha interpretado que Amanda Labarca se convirtió en un puente entre diferentes espacios o contextos culturales, ya que sus reseñas y críticas fueron escritas en un lenguaje simple, cercano y apelativo -caracterizado por el uso de la segunda persona gramatical-, dedicado a mujeres de la aristocracia, la clase media y los sectores populares con formación escolar. La autora sería, bajo esa interpretación, una "charniére entre dos momentos, o mediadora" entre la cultura aristocrática hegemónica que caracterizó el siglo XIX y los nuevos públicos del siglo XX (Hurtado, Edda. "Amanda Labarca, lectora y crítica literaria en su primer libro Impresiones de juventud (1909)". En Salas, Gonzalo y Hurtado, Edda (editores). Amanda Labarca. Lectora, escritora y crítica. La Serena: Nuevas Miradas Ediciones, 2022, p. 28-34).

Tales estrategias, corresponderían, según algunos autores, a un "primer feminismo" de Labarca, que no rompía con los cánones aristocráticos, pero tampoco abandonaba su afán de resaltar los problemas de las mujeres en la sociedad chilena (Stuven, Ana María. Chilenos emblemáticos: Amanda Labarca. Santiago: Editorial Hueders, 2019).

Respecto a los libros y la "crítica utilitaria" desarrollada por Labarca, esta expuso que sus comentarios literarios y su invitación a leer obras específicas se basó en la elección de textos que "nos inclinen a profundizar el sentido de las misteriosas fuerzas que nos rodean, de tarde en tarde acogeremos las novedades que merezcan ser conocidas y alguna que otra vez iremos a admirar en los clásicos aquella dulzura de expresión y esa luz de genio que son la pura miel y la más radiante cera que haya elaborado jamás la humanidad. (…) ¿Leemos para instruirnos? Sin duda. ¿Para gozar de un alto y puro sentimiento estético? También. Pero, más que para instruirnos y deleitarnos debemos leer para desarrollar nuestra inteligencia, para fortalecer nuestro juicio, para refinar nuestro sentido artístico, para purificar nuestros sentimientos, en una palabra, para impulsar el crecimiento de nuestra propia personalidad" (Labarca, p. 3).

"La hora de los libros" invitó también a sus lectoras a conocer los diferentes géneros literarios y a ser "ecléctica y escoger junto al filósofo de alto coturno a una seráfica madre, y junto al poeta y al novelista, al historiador y al hombre de ciencias. Todos ellos son indispensables al desenvolvimiento humano y seguramente lo son al desarrollo de tu personalidad" (Labarca, p. 3).

Entre los libros comentados se encontraba El empleo de la vida de sir John Lubbock (1834-1913), el que utilizó como una oportunidad para hablar sobre el talento de las mujeres chilenas en el área de las letras y cómo estas no pudieron o no quisieron desarrollar todo su potencial. Así, escribió que "yo leo los ensayos poéticos de una Mercedes Marín del Solar, de una Rosario Orrego de Uribe, (…) y no me canso de lamentar que no hubiesen cultivado como merecía su gran talento, que no lo considerasen como una fuerza en germen que estaban obligadas a desarrollar" y luego de citar un extracto de la obra de Marín, anotó que "la mujer que escribió estas líneas era, sin duda, capaz de legarnos obras maestras. No las hizo, no extrajo de su Yo todo cuanto esa materia prima contenía, no tuvo presente que quien no labora el cercado y escondido huerto de su personalidad, comete un crimen de raza, substrayéndole a esta el ejemplo, las enseñanzas, el goce que de una obra más perfecta hubiera emanado" (Labarca, Amanda. "La hora de los libros". Familia. Santiago Empresa Zig-Zag, año V, número 60, diciembre de 1914, p. 6).

Respecto al libro de Lubbock, destacó las enseñanzas relacionadas con el desarrollo personal, el manejo del dinero, la filantropía, la esperanza, la caridad y el estudio sobre las estadísticas que demostraban la disminución de la delincuencia producto de la implementación de la obligatoriedad en la instrucción primaria en Inglaterra. De este último, planteó que era de importancia para las mujeres, ya que "la más alta misión de la mujer estriba en su papel de madre (…) pero serlo no significa únicamente dar la vida a una criatura, sino cuidarla y alimentarla hasta que pueda hallar su sitio en el mundo, y sobre todo formar su alma y su inteligencia para que estas puedan más tarde ser útiles a la sociedad en que les toca actuar. Criar el cuerpo y el alma del niño. He ahí la función materna. Lo primero, es la puericultura; lo segundo, la educación, y para realizar ambas con igual éxito, debe estar preparada toda mujer" (Labarca, p. 6).

Posteriormente, analizó la vida y obra de John Ruskin (1819-1900) a través de su libro "Sésamo y azucenas", del que resaltó aquellos elementos en que el autor señala los deberes de hombres y mujeres. En ese sentido, Labarca, citando a Ruskin, señaló que "el deber de los hombres como miembros de una República es asistir al mantenimiento, al avance y a la defensa del Estado. El deber de la mujer es asistir a la ordenación, a la confortación y a la bella ornamentación del Estado", con lo que apeló también a la inserción de la mujer en el espacio público (Labarca, Amanda. "La hora de los libros". Familia, Santiago: Empresa Zig-Zag, año VI, número 61, enero de 1915, p. 5). Por medio de las ideas de Ruskin, resaltó la importancia de la educación y el rechazo a la superficialidad y la crueldad humanas, y apeló siempre a la reflexión de sus lectoras jóvenes y adultas. En este caso, la autora escribió: "Piensa tú, niña mía (…), pregúntate si estás incluida en la gravísima acusación, si eres superficial, es decir, si no te preocupas de conocer y de remediar las penas que al lado de tus alegrías lloran, si no te detienes a pensar en el mejoramiento y perfección de ti misma, si no te importa que tus días estén vacíos de bondad o de belleza, si eres inútil para todo trabajo serio" (Labarca, p. 5).

Sobre "La reina de Rapa Nui" de Pedro Prado (1886-1952) resaltó el exotismo de la obra y la forma en que el autor describió la isla y los problemas de sus habitantes, para luego fijarse en la figura de la protagonista, quien refleja la belleza y al mismo tiempo la humildad, su tranquilidad y templanza frente a las dificultades que enfrenta.

Dio énfasis también a la necesidad de revisar a los clásicos castellanos y a leer las nuevas publicaciones chilenas que demostraron interés en los problemas sociales presentes y por venir en el país, como "La infancia desvalida" de Ismael Valdés Valdés (1859-1949), "Santiago futuro" de Alberto Mackenna Subercaseaux (1875-1952), "Recuerdos del pasado" de Vicente Pérez Rosales (1807-1886), entre otros.

Otra de sus columnas la dedicó a la literatura infantil, donde destacó, por ejemplo, la poesía infantil de Gabriela Mistral (1889-1957). En el análisis crítico de "La esposa de sir Isaac Harman" de H. G. Wells (1866-1946), Labarca presentó la historia desde la perspectiva de una mujer de buena posición económica que, a partir de las experiencias de su matrimonio, principalmente el encierro en su lujosa casa al que la empuja su marido, torna su vida hacia la caridad y la filantropía, lo que produce conflictos familiares.

Otras colaboraciones de Labarca con la revista Familia correspondieron a entrevistas dedicadas a diferentes personalidades, como la realizada a Inés Arrieta de Figueroa (1865-1930) en la sección "Qué piensan de la guerra nuestras damas" o la entrevista realizada a Inés Echeverría Bello (Iris) (1868-1949).

Amanda Labarca Hubertson participó hasta el año 1916 en la revista Familia con algunas apariciones menores, principalmente en la denominada "correspondencia literaria", mientras que su sección "La hora de los libros" fue publicada solo hasta febrero de ese año.