"Feministas" y "Políticas"
Al igual que en la primera ola, el Movimiento Feminista se tensionó con el rechazo de un sector a las feministas que adscribían a partidos políticos. Esta división se daba en otros países de Latinoamérica y se reconocía como la disputa entre las "feministas" y las "políticas". Ambos sectores ansiaban recuperar la democracia y combatir el sexismo, pero para las "feministas", la realización de la agenda feminista requería el apoyo de un conglomerado político independiente. A su juicio, las "políticas" luchaban contra la dictadura, asumiendo las estrategias de los partidos donde militaban, aunque significara relegar el combate contra la subordinación femenina. En cambio, ellas se negaban a establecer jerarquías entre ambos objetivos: "No hay democracia, sin feminismo", sostenían.
Para las "políticas", no existía incompatibilidad en su doble militancia. Creían que la democracia era una condición básica para revertir la desigualdad de género, como también que su pertenencia a los partidos, encargados de la reconstrucción democrática, era una oportunidad para propiciar reformas desde el gobierno.