De la misión Kemmerer al neoliberalismo

Banco Central de Chile (1925-2009)

En 1925 nace el Banco Central para, junto a otros objetivos, estabilizar la moneda nacional. Su rol ha sido fundamental en la estabilización económica del país, sobretodo para palear los desastres naturales y las crisis financieras internacionales que han desestabilizado la economía.

A mediados del siglo XIX empezó a desarrollarse el sistema financiero en nuestro país con la aparición de los primeros bancos, los que cumplían una función crediticia y de emisión monetaria, elaborando, cada uno de ellos, sus propios billetes y vales aunque no necesariamente tuvieran respaldo en oro. Su práctica no estaba regulada, situación que comenzó a cambiar con la primera ley de bancos decretada en 1860. Sin embargo, no fue hasta después de la Guerra del Pacífico cuando el control estatal sobre estas instituciones comenzó a ser más constante y estricto, aunque los desequilibrios que provocaba la emisión descontrolada de billetes, la usura y la rivalidad entre "oreros" y "papeleros" mantuvieron al país en una constante crisis monetaria.

En este contexto, aparecieron las primeras propuestas para el establecimiento de un Banco Central, comenzando con la iniciativa de la Comisión de Legislación Bancaria y Monetaria formada en 1912. Luego, en Febrero de 1925, con Arturo Alessandri de regreso en la presidencia, el embajador de Chile en Washington -Mathieu Andrews Beltrán- se reunió con el profesor de la Universidad de Princeton, Edwin Walter Kemmerer, con el objeto de proponerle una misión financiera para una reforma integral del sistema. La llamada "Misión Kemmerer" propuso tres proyectos de ley: una nueva ley de bancos, una nueva ley monetaria, y una ley para el establecimiento del Banco Central, los que fueron publicados en 1925 como decretos leyes gracias a las facultades extraordinarias que poseía el Presidente de la República. En general, las nuevas leyes se orientaban hacia la regulación de los procedimientos bancarios y fiscales.

A grandes rasgos, estas reformas establecidas en la nueva ley monetaria decretaban el establecimiento del padrón oro, la regulación del crédito, las aperturas de cuentas corrientes, y la compra y venta de letras de cambio. En relación a la instauración del Banco Central, se estableció que el 10% del capital de cada banco que operase en Chile, sea nacional o extranjero, debía estar suscrito en la nueva institución. Por otro lado, el Banco Central tuvo la facultad de mantener reservas en el extranjero, además de detentar el derecho único de la emisión de billetes. Su principal misión fue la de estabilizar la moneda nacional, regular la tasa de interés y los descuentos, con el fin de evitar alteraciones en el desenvolvimiento industrial y financiero del país, y así fomentar el progreso económico. Además dentro de la nueva ley de bancos se estableció la creación de la Superintendencia de Bancos como institución fiscalizadora del sistema financiero en general.

En sus primeros años de funcionamiento, el Banco Central vinculaba las emisiones monetarias a las necesidades del mercado más que a los requerimientos del Estado. Sin embargo, al poco andar empezó a asumir roles asociados con el desarrollo global, sectorial y de financiamiento fiscal.

Hasta 1930, el sistema gozó de relativa estabilidad, aunque al comienzo de esta década se hicieran sentir los efectos de la crisis mundial de 1929. Frente al crudo escenario de la economía nacional, el Banco Central pasó a ser el principal prestamista del Fisco, al tiempo que cesaba el endeudamiento externo pero aumentaba la inflación, llevando a un creciente déficit fiscal hasta el año 1938. Se hizo necesario entonces, durante esta década, la implementación de una nueva política monetaria que diera cierta estabilidad a la economía nacional.

Durante los gobiernos del Frente Popular, la política monetaria se caracterizó por financiar a los diversos sectores productivos en expansión a través de instituciones como CORFO. El año 1955 se propuso al Congreso una mayor autonomía para el Banco Central, pero ésta fue rechazada debido a que el Estado recurría muy frecuentemente a él para solventar el déficit fiscal, mantener la inversión, los salarios y el crecimiento del país. Entre 1959 y 1961, nuevamente se intentó desvincular la emisión monetaria de las necesidades del Fisco. Gracias a estas gestiones cesó la deuda externa y se redujo la inflación.

Sin embargo, el año 1962 el país volvió a vivir problemas económicos que se sumaban a la reconstrucción de Valdivia, destruida por el terremoto de 1960. Frente a este desastre el Banco Central fue el principal financiero de las medidas tomadas por el Estado. Así mismo, durante esta década se intentó reducir el financiamiento fiscal, incentivando el ahorro y la inversión con la aparición de los Bancos de Fomento.

El Banco Central fue de gran importancia para el proyecto económico que se planeó para el gobierno de la Unidad Popular, pues sus políticas ayudaron a que los primeros años de esta administración fuesen de una prosperidad económica inaudita. Sin embargo, durante las postrimerías del mandato, la gran emisión de circulante sin respaldo, es decir, sin ningún patrón que garantizara su valor, provocó que el signo monetario fuese devaluado, causando un fuerte aumento de la inflación, que llegó a un 1000%, con un déficit fiscal a cargo de la entidad bancaria.

Como una forma de sanear la economía nacional, bajo la dictadura militar liderada por Augusto Pinochet, se implementó el modelo neoliberal en nuestro país: se devaluó la moneda, se moderaron los gastos de empresas públicas -las que mayoritariamente fueron vendidas a capitales privados- se redujo la emisión monetaria y se terminó con la tasa de interés diferenciada. El año 1982 se suscitó una crisis cambiaria, frente a la cual el Banco Central tomó una posición activa salvando de la quiebra a diversas instituciones bancarias privadas.

En el año 1989 se logró definitivamente la autonomía del Banco Central y se delimitaron sus principales responsabilidades que le atañen hasta hoy en día, tomando un rol activo en el mercado financiero e innovando en la elaboración de billetes de polímero, como lo fue el de $2.000 pesos el año 2004 y el de $5.000 el año 2009.

Clasificaciones

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